Entre terneros, vaquillonas y charlas de pasillo, nos cruzamos con Livio Malagueño, criador, asesor y alma mater de la cabaña Santa Amanda, ubicada en La Dulce, provincia de Buenos Aires. En su primera vez participando con su cabaña en la Expo Otoño, nos contó cómo vive esta experiencia, qué trajo para mostrar y cómo ve el futuro de la ganadería argentina.

Las exposiciones ganaderas siempre tienen algo especial. No solo son espacios donde se exhibe lo mejor de la genética argentina, sino también lugares donde se cruzan historias, trayectorias y pasiones que dan vida a un sector clave para el país. Entre mates, corrales y charlas técnicas, nos encontramos con Livio Malagueño, referente con larga trayectoria en el mundo de la ganadería, hoy al frente de la cabaña Santa Amanda, con base en La Dulce, provincia de Buenos Aires.

En esta edición de la Expo Otoño, Livio participó por primera vez con su propia cabaña, y charló con nosotros sobre lo que significa esta experiencia, su vínculo con el campo, el trabajo familiar y su mirada sobre el presente y el futuro de la ganadería argentina.


🚜 Un debut en pista con sello propio

Aunque Livio lleva más de cuatro décadas presente en exposiciones —primero como cabañero, luego como asesor—, esta fue la primera vez que Santa Amanda pisó la pista en la muestra de otoño. Y lo hizo con una pequeña pero sólida representación:

  • Un torito junior,
  • Una ternera menor,
  • Y dos vaquillonas menores.

“Somos una cabaña chica, lo nuestro es más bien familiar, pero nos gusta competir y mostrar lo que hacemos. Nos llena de orgullo estar acá”, comentó Livio con la sencillez que lo caracteriza.

Lo interesante del caso es que, más allá del tamaño, la propuesta de Santa Amanda demuestra que con pasión, esfuerzo y dedicación se pueden lograr grandes cosas.


👨‍👩‍👦 Trabajo en familia: asesoramiento, genética y amor por el campo

El proyecto no se trata solo de criar animales. Es también un reflejo de una historia familiar que se transmite de generación en generación. Livio trabaja junto a su hijo —veterinario— y juntos llevan adelante una propuesta que combina producción propia con asesoramiento a otras cabañas.

“Nosotros producimos algunos toros para venta, pero también nos dedicamos a asesorar. Esto también lo tomamos como un momento de disfrute, una especie de vacaciones dentro del trabajo, donde nos encontramos con colegas, compartimos experiencias y volvemos a casa con nuevas ideas”.

Ese equilibrio entre lo técnico y lo humano es, tal vez, uno de los grandes valores que representa Santa Amanda. Una forma de vivir la ganadería desde el compromiso, pero también desde el disfrute.


🏆 Cuarenta y cuatro años ininterrumpidos de exposiciones

Con total naturalidad, Livio recuerda que no falta a una exposición desde 1980. “Antes venía como cabañero, después como asesor, y hoy otra vez como expositor. Es un ritual que me acompaña desde siempre”, dice mientras mira a su alrededor.

Y es que para muchos productores, las exposiciones no son solo una vidriera. Son una tradición, una oportunidad para medirse, aprender y también reencontrarse.

“Más allá de los resultados, lo importante es estar, ver lo que se está haciendo, compartir. El ida y vuelta que se da acá es muy valioso”, agrega.


🇦🇷 Una mirada sincera sobre la ganadería argentina

Cuando le pedimos su visión sobre el estado actual de la ganadería argentina, Livio no duda en destacar lo positivo, sin desconocer los desafíos.

“Estamos en un país con una de las mejores ganaderías del mundo. A veces no tomamos conciencia del nivel que tenemos. Y aunque esto parece un show, de acá salen los reproductores que después van al campo y terminan en nuestra carne. Hay mucho trabajo detrás de todo esto”.

Confía en el potencial del sector y cree que, a pesar de los vaivenes, el camino es seguir trabajando, innovando y apostando al futuro.

“Siempre anduvimos bien. Pero hay que seguir laburando, como siempre”, remata, con la sabiduría de quien conoce el campo desde adentro.


💬 Un mensaje que inspira

Al cerrar la entrevista, Livio agradece el espacio, pero la sensación es que el agradecimiento va para él. Su testimonio nos recuerda que la ganadería no es solo un negocio, sino una forma de vida, donde conviven la tradición, el sacrificio y la pasión.

“Esto lo hacemos porque nos gusta. Nos gusta el campo, los animales, venir a compartir. Y mientras podamos, vamos a seguir viniendo”.

Una frase sencilla, pero poderosa. Porque en tiempos donde la vorágine lo consume todo, escuchar a alguien que vive el trabajo con orgullo, compromiso y amor es, sin dudas, una bocanada de aire fresco.