La promesa que el sector había esperado fue cumplida. Se eliminó el cepo y se unificaron los tipos de cambio.
Todo bajo el paraguas de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional [FMI] que expone la confianza exterior y que aporta solidez, credibilidad y tiempo para que el gobierno consolide su programa económico.
Ese programa, siempre se supo, exige esfuerzo y nuestro sector lo ha acompañado desde el inicio. Lo ha hecho a partir del trabajo, la inversión y el compromiso. Por eso los anuncios del viernes han sido bien recibidos.
Porque ratifican los ideales que unen al gobierno con el sector: la libertad de mercado, el respeto a la propiedad privada y el derecho a trabajar y a disponer de los frutos del trabajo, sin restricciones inequitativas. Los dichos del Presidente Javier Milei generan, entonces, una alerta. Hoy, en un giro inusual, ha abandonado su (declamada) inclaudicable lucha contra la intervención del estado sobre las personas. Y ha amenazado, para forzar a los productores a vender su producción.
Esto, en lugar de sostener aquello que lo llevó a la Presidencia – la eliminación de las intervenciones del Estado sobre la economía, incluidos los Derechos de Exportación (DEX) – y de proponer un esquema de reducción de DEX que incentive al sector a producir más, exportar más, invertir más y generar más actividad económica y empleo genuino, entre otros.
Los comentarios de hoy parecen olvidar que lo que el FMI aporta con grandilocuencia — 20.000 millones de dólares—, el sector agropecuario lo invierte cada año en la tierra, sembrando futuro, desarrollo y empleo en cada pueblo del país.
Es necesaria una revisión de la posición que ha expresado el Gobierno.
La eliminación de los DEX es una medida indispensable para el saneamiento de la economía. Lo han dicho, desde siempre, nuestro sector agropecuario y el actual Gobierno. Por eso, no esperamos ni creemos posible que se puedan utilizar los DEX como una herramienta para presionar e interferir sobre las decisiones empresarias que los productores toman sobre el patrimonio que han generado legítimamente.
No creemos posible que los distintos sean iguales y esperamos que no se repitan los episodios donde se distorsionaba el mercado de acuerdo con las necesidades coyunturales del gobierno. El país necesita que la gestión económica de este Gobierno sea exitosa. Y el sector agropecuario está dispuesto a apoyar del modo en que siempre lo ha hecho, con trabajo y producción. Pero las reglas deben ser inquebrantables, la libertad no puede ser un ideal maleable. Un gran país es imposible si no defendemos a quienes producen, invierten y generan valor todos los días