La baja de los precios internacionales y las retenciones ponen en jaque a la rentabilidad del sector.

En el noroeste se va a producir “muy poco” trigo, que se siembra en mayo, y cebada, que se implanta a partir de junio. Se siembran habitualmente unas 30.000 hectáreas, en promedio, entre ambos cultivos. Pero este año se calcula que van a estar entre 15.000 y 20.000. Es decir, la mitad.

Entre los factores que juegan en contra, esta el  clima. “Si bien en los últimos días llovió bastante y está bien para sembrar, los pronósticos siguen dando que podría ser una campaña con sequía en la zona”.

En el caso de la cebada, aunque con menor rentabilidad que años anteriores por las malas cotizaciones, da resultados positivos, porque requiere de menor inversión de insumos y tecnología, según aclaró.

Salvo la cebada y la soja de segunda, el resto de los casos analizados (maíz, trigo, soja de primera y girasol) presentan renta negativa en campo arrendado. Mientras que en tierras propias “la rentabilidad está muy ajustada”.

El noroeste, según proyectó, el sector agropecuario invertiría un total de US$128 millones en la próxima campaña agrícola 2024/25. Es decir, un aumento del 13% interanual respecto al ciclo anterior.

Este valor es teniendo en cuenta que el 70% de las hectáreas se realizan sobre tierras en arrendamiento, y el 30% restante las realiza el productor en campo propio, en promedio, a nivel nacional.

En cuanto al trigo, que es el cultivo que peor performance presenta, a diferencia de lo que sucede con la soja y el maíz, ni siquiera una quita de las retenciones, que hoy se encuentran en el 12%, cambiaría demasiado la ecuación. “El productor en vez de perder US$160 (por hectárea), va a perder US$100, seguiría perdiendo. El gran problema hoy es el mal precio internacional«

De todas manera sería positivo avanzar con una quita de los derechos de exportación, que tendrían un mayor impacto en el caso de la soja, ya que es el cultivo que más tributa con una alícuota de 33%. “Hay que sacarlo para que los valores empiecen a dar positivo, porque hoy ni siquiera se puede sembrar soja con esta situación”.

Por otro lado, el encarecimiento del gasoil tuvo un impacto importante, y han subido mucho los costos de las labores de siembra y cosecha, que no tienen financiación. “A diferencia de los insumos, como las semillas, en el caso de las labores es todo pago corto, prácticamente al contado, y ha incrementado mucho su valor”.