Después de 12 años de ausencia, los ovinos de raza Merino volvieron a la Exposición Rural de Palermo. Y lo hicieron de la mano de una cabaña con historia: La Nueva Argentina, de Matías Pérez Garderes, quien no ocultó su entusiasmo por el regreso.

“Volvimos. Hacía 12 años que no había ovinos Merino en la Expo de Palermo. Estoy muy contento, es un evento hermosísimo”, expresó el criador, que exhibe uno de sus ejemplares de la línea Poll Merino en el Pabellón Ocre. Lamentó, eso sí, que otras cabañas que tenían previsto participar no pudieron asistir por razones de último momento.

Pérez Garderes representa a una dinastía ovina. Su cabaña desciende de La Argentina, fundada en 1928. “Somos el tercer rebaño de pedigree Merino más antiguo que sigue en pie en Argentina. Mi bisabuelo comenzó con Merino argentino, lo continuaron mi abuelo y mi padre. En 2028 cumplimos 100 años”, contó con orgullo.

El criador destacó las virtudes de esta raza que domina tanto en el país como en el mundo. “Merino es la raza ovina mayoritaria. Su producción de lana es superlativa, en cantidad y calidad. Hoy, los animales pesan entre 150 y 170 kilos. Son laneros y carniceros”, explicó. Y remarcó que la selección genética incluye características similares a las del ganado vacuno, como área de ojo de bife y grasa dorsal, sumando también atributos propios como la calidad y cantidad de lana.

En su cabaña trabajan con transferencia embrionaria, fecundación in vitro e inseminación artificial. De hecho, el carnero que presenta en Palermo es hijo de una oveja comprada en Australia y de un carnero australiano, mediante transferencia embrionaria.

Aunque su establecimiento está ubicado en el centro de La Pampa, Pérez Garderes recordó que la mayor parte del Merino se cría en la Patagonia. “Es un animal que se adapta muy bien a zonas desérticas y no necesita tanto alimento”, señaló.

Un linaje con historia real

El origen del Merino en Argentina se remonta a fines del siglo XIX, cuando llegaron los primeros ejemplares —Merino Rambouillet— a la provincia de Buenos Aires. Pero la historia de esta raza va mucho más atrás.

“Los reyes de España tenían lana Merino, que era tan valiosa que se libraban guerras por ella”, relató Pérez Garderes. Según explicó, la expansión de la raza se dio por vínculos reales: una hermana del rey español llevó ovejas a Francia, donde nació la línea Rambouillet; luego, una princesa francesa llevó ejemplares a Inglaterra, y así se expandió por el mundo. Australia también adoptó esta genética y dio origen al Merino australiano.

Hoy, Palermo vuelve a ser escenario del Merino, con historia, genética de punta y una emoción que atraviesa generaciones.